Flower Power

Elisabeth Gerber, septiembre 2003

La mirada a través del ojo de la cerradura es siempre ambivalente. El observador entra en una esfera que no está destinada a su mirada y se arriesga a ser descubierto como un mirón. Para la instalación FLOWER POWER, Adela Picón (1958, Barcelona) utiliza el juego del deseo, lo prohibido y el pudor, cerrando el espacio de exposición para provocar la mirada prohibida a través de las ventanas. Lo que ve el observador desde fuera es de una belleza desconcertante, exótica, muy femenina y por lo tanto capaz de cautivar la mirada (masculina) y de seducir. La mirada curiosa y el observador entran en juego.

Tres ventanas del espacio de la exposición se abren a tres proyecciones de diapositivas instaladas paralelamente. En la pared de enfrente aparecen, con intermitencia regular,  mujeres sentadas de tamaño natural: imágenes luminosas de flores acarician la silla y los cuerpos desnudos; en la parte superior izquierda aparece el nombre del país de donde provienen las flores: Kenia, Hellas, Bali, Norge, etc. Como en el barroco, bajo la influencia del libro ”Iconología” de Cesare Ripas publicado en 1593, hay una puesta en escena de países como alegorías femeninas. Pero una mirada más atenta desmiente esta lectura. El enfoque artístico de Adela Picón tiende precisamente a romper los códigos de interpretación preestablecidos.

El modo de tratar el material visual muestra ya el proceso de disolución. Las diapositivas de flores que utiliza la artista – procedentes del archivo de una botánica, quien durante sus viajes fotografió y catalogó la flora típica de cada país – se ven descontextualizadas por su utilización en la instalación. En relación con el cuerpo femenino, la proyección de las flores evoca nuevas posibilidades de interpretación.

Las alusiones al arte moderno clásico, a artistas como Henri Matisse o Gustavo Klimt, quienes, al conjugar feminidad y ornamento, preparaban la entrada en la era de la abstracción, son evidentes. Así mismo, en la obra de Adela Picón, los cuerpos aparecen parcialmente  disueltos,  fragmentados. Pero, al mismo tiempo, por su aspecto pictórico y su fuerza luminosa, las imágenes evocan fantasías paradisíacas preconcebidas acerca del exotismo y la feminidad. Sin embargo, la relación aleatoria entre países y mujeres pone en entredicho tales prejuicios. Vistos a través de los cristales, estos “paraísos”  parecen extrañamente lejanos y perdidos.

De todas maneras, la realidad de la imagen es altamente artificial - y sin embargo especialmente conmovedora. La artista ha integrado todos los modelos en una misma instalación, cambiando  solamente las flores proyectadas, los nombres de los países y la posición corporal. Este enfoque conceptual contrasta con la intimidad y la singularidad de cada sesión de fotos, singularidad que se acentúa por las posturas a veces un poco torpes de las modelos. Tanto si el observador lo quiere como si no, la mirada a través de la ventana penetra como un intruso en la intimidad de un momento fútil.

Pero la instalación FLOWER POWER evoca también recuerdos de los llamados ”hijos de las flores” pacifistas de los años hippies. Focaliza la atención en el Otro y en las relaciones no premeditadas con las normas y las sugestiones. Adela Picón expone la mirada del observador a la fuerza seductora y barroca de sus imágenes, implicando al público en un sistema de referencias abierto pero bien calculado de nombres, imágenes y significados.